Mensaje de voz

LENGUA DE SEÑAS

El descubrimiento y la descripción de las lenguas de señas como lenguas naturales por parte de los lingüistas, las evaluaciones cognitivas globales que demostraron mejores resultados en los niñ@s Sordos hijos de padres Sordos y los escasos resultados escolares en la educación de los niñ@s Sordos, después de más de un siglo de implementación mundial de metodologías exclusivamente oralistas, ha conducido progresivamente al planteo de un cambio radical en la concepción de una pedagogía especial para las personas Sordas. Tal cambio, fundado en el progreso de los conocimientos lingüísticos, psicolingüísticos, neurosicológicos y cognitivos, implica una nueva concepción del niñ@ Sordo. Ya que tradicionalmente, los niñ@s sordos han sido catalogados como niñ@s discapacitados, cuya incapacidad para oír impone severas limitaciones en su capacidad para aprender. Sin embargo, existe otra forma de ver a estos niños: como una minoría lingüística comparable a otros nin@s hablantes no usuarios del español, con la diferencia de que la modalidad de recibir y transmitir su lengua es viso-gestual en lugar de auditivo-oral. Esta nueva definición socio-antropológica de la sordera, supone una visión de la persona Sorda como ser sociolingüístico diferente que lleva una nueva concepción filosófica y que, obviamente deriva en pensar alternativas pedagógicas distintas.


Para tener una visión más clara empezaremos definiendo la educación de las personas Sordas reflexionando desde dos perspectivas:

Medico-Habilitatória.- Durante mucho tiempo los niñ@s Sordos han sido considerados desde el punto de vista medico como discapacitados, lo que implica que dependiendo del grado o severidad de la deficiencia auditiva se emplearan o elaboran programas de intervención que permita garantizar un desarrollo evolutivo normal de los niñ@s.

Esta perspectiva socio‐antropológica de la sordera resulta de las observaciones que a partir de la década del 60 llevaron a especialistas tales como antropólogos, lingüistas, sociólogos y psicólogos, a interesarse por el sordo. Por un lado, el hecho de que los sordos conforman comunidades donde el factor aglutinante es la lengua de señas, a pesar de la represión ejercida por la sociedad y por la escuela. Por otro lado, la corroboración de que los hijos sordos de padres sordos presentan mejores niveles académicos, mejores habilidades para el aprendizaje de la lengua hablada y escrita, niveles de lectura semejantes a los del oyente, una identidad construida y equilibrada, y no presentan los problemas socioafectivos propios de los hijos sordos de padres oyentes. A partir de estas dos observaciones y debido al aporte de las disciplinas científicas mencionadas y sus más recientes desarrollos (recordemos que en dicha década se presentan evidencias lingüísticas y psicolingüísticas en contra del modelo conductista) comienza a perfilarse una visión del sordo como ser sociolingüístico diferente que lleva a una nueva concepción filosófica y que, obviamente, deriva en pensar alternativas pedagógicas distintas. Nace así una representación social del sordo opuesta a la visión que desde el modelo oralista apoyaba la sociedad oyente como un todo, es decir, una concepción que parte de las capacidades. El acento está puesto en considerar las lenguas de señas como la mejor garantía para el desarrollo normal del sordo, puesto que es su lengua natural.

Silvana Veinberg

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